El juez interno

En nuestra mente hay una parte, creada por nosotros, que siempre está juzgando. El juez interno juzga todo lo que hacemos, lo que no hacemos, lo que sentimos y lo que no. Nos juzgamos a nosotros mismos de manera continua y juzgamos incesantemente a los demás basándonos en nuestras ideas y en nuestro sentido de la justicia, creyendo que los demás están equivocados. Sentimos la necesidad de tener razón porque intentamos proteger la imagen que queremos proyectar al exterior. Tenemos que imponer nuestro modo de pensar, no solo a otros seres humanos sino también a nosotros mismos.

Cuando cobramos conciencia de todo esto, comprendemos con facilidad por qué no funcionan las relaciones con nuestros padres, hijos, pareja, amigos, … y lo más importante

¿Por qué no funciona la relación que mantenemos con nosotros mismos?

Estamos heridos y llenos de tanto dolor emocional que a duras penas somos capaces de manejarlo. Hemos crecido con una imagen de perfección que no se corresponde con la realidad, por eso intentamos crear esa imagen de perfección para complacer a los demás, a fin de reconocer que somos buenos e intentar aceptarnos a nosotros mismos. Pero ¿sabes qué? De todas las mentiras que nos contamos a nosotros mismos, esta es la más grande, porque nunca seremos perfectos. Y no encontramos la manera de perdonarnos por no serlo, por eso sentimos esa injusticia en nuestra mente.

Esta imagen de perfección cambia nuestra manera de percibir la realidad. Comenzamos a negarnos y rechazarnos a nosotros mismos, porque según nuestras creencias nunca somos lo bastante buenos, limpios, adecuados, sanos, … Siempre existe algo que nuestro juez interno no acepta ni perdona. Por esta razón creemos que no merecemos ser felices y atraemos a nuestra vida situaciones y personas que nos reafirmen esa creencia.

Cuando nos rechazamos a nosotros mismos y nos juzgamos, nos castigamos de una manera tan excesiva que llegamos a creer que el amor no existe.

En este universo existe un equilibrio perfecto que nos demuestra como nuestros pensamientos crean nuestra realidad. La energía atrae un mismo tipo de energía y por su puesto un mismo tipo de vibración. Si una persona se te acerca y te dice: “Oh, esta persona me maltrata tanto” y tú le preguntas: “bueno y ¿Por qué sigues ahí?” ni siquiera sabrá que contestarte, porque la verdad es que necesita ese maltrato porque es su manera inconsciente de castigarse.

La vida nos trae exactamente lo que necesitamos porque en el universo existe una justicia perfecta. No hay nada a lo que podamos echarle la culpa. Cuando comenzamos a ver, incluso podemos decir que el sufrimiento es un regalo, pues tiene la capacidad de mostrarnos nuestros juicios inconscientes. Basta con que abramos los ojos y miremos a nuestro alrededor para tomar consciencia de nuestra creación inconsciente, limpiar el veneno de nuestras heridas, aceptarnos plenamente y tomar las riendas de nuestra nueva vida con amor.