En toda relación hay dos mitades. Tu eres una mitad y la otra mitad es la persona con la que te estás relacionando. De estas dos mitades, solo eres responsable de tu parte. No importa cuan próximo o enamorado te sientas de la otra persona. La verdad es que no sabes nada de ella. Es completamente imposible conocer lo que siente, cree o piensa.
Cuando intentamos hacernos responsables de la otra mitad, la cual se encuentra fuera de nuestro control, estamos basando la relación en el miedo y la falta de respeto.
Cada persona se siente responsable de la otra. Intentamos controlar a la otra persona por miedo a que le suceda algo que nos cause dolor. Queremos evitar el dolor a toda costa.
La verdad es que cuando actuamos desde el miedo, no amamos, se trata de egoísmo, cuyo único propósito es el de recibir pequeñas dosis que nos hacen sentir bien.
Cuando tomamos el camino del miedo actuamos como si el otro no fuera suficiente e intentamos suprimir su mitad y controlar la relación por completo. Pero, si tomamos el control de toda nuestra relación… ¿Dónde queda la parte del otro? No funciona.
Cuando nos relacionamos sintiéndonos responsables solo de nuestra parte, con la otra mitad podemos compartir, disfrutar y crear juntos el sueño más maravilloso, sin necesidad de control.
Los compañeros de juego, juegan en equipo. En una relación, igual que en un juego, no se trata de ganar o perder. Juegas porque quieres divertirte.
Para poder relacionarnos desde el amor, es necesario amarnos primero a nosotros mismos, conocer nuestros límites y poder compartirlos con los demás. De este modo podremos atraer a personas que también se amen a sí mismas.
Para esto debemos trabajar en nosotros mismos. El primer paso consiste en tomar conciencia y saber que cada uno vive su propio sueño. Por tanto, solo podemos responsabilizarnos de nuestra mitad de la relación. No nos corresponde controlar la otra mitad.
El segundo paso es tomar conciencia del modo en que nos comunicamos con los demás. Mejorar la calidad emocional de nuestra comunicación es esencial. Ser conscientes de que somos responsables de nuestra mitad y de todo lo que en ella acontece. No hay culpables fuera. Nuestras emociones y su gestión, nos corresponden solo a nosotros.
Si respetamos a la otra mitad y sus procesos, en esa relación siempre habrá paz.
La generosidad, la libertad y el amor pueden crear una relación hermosa, donde cada encuentro se convierta en una maravillosa aventura.
Si eres consciente de que nadie más puede hacerte feliz y de que la felicidad es el resultado del amor que emana de ti, podrás experimentar lo que los toltecas definían como la maestría del amor.

